Desilusionado el viñamarino finalizó en el tercer lugar que lo alejó de la posibilidad de conquistar el cetro de la clase R-3 mientras que Luis Ignacio abandono al romper los frenos de su Mitsubishi Mirage y Tadeo siguió con su mala fortuna al salirse del camino que lo marginó de la competencia.
Emilio Rosselot no pudo alcanzar su propósito de pretender quedarse con el cetro de la clase R-3 al finalizar en el tercer lugar de su categoría en el “Rally de Pichilemu”, séptima y penúltima fecha del Campeonato Nacional que concluyó en esta ciudad de la VI Región
El viñamarino luchó hasta final, pero perdió su opción mientras que Luis Ignacio abandonó cuando aún restaban un par de prime y Tadeo, nuevamente tuvo inconvenientes con un auto que largó en la mañana con algunos problemas de “tenida”, difícil de conducir que al final provocaron su despiste.
Los sueños y aspiraciones de Emilio se frustraron, ya que debió de batallar en un mismo plano de competitividad con los primos Samuel Vicente Israel quienes a la postre ocuparon los dos primeros lugares de la clasificación final. Hoy el viñamarino salió a jugar todas sus opciones junto a su navegante Tomás Cañete, pero su trabajo no tuvo la efectividad que aguardaba, ya que hubo en algunos primes que descontó e incluso en el Power Stage salió a buscar los tres puntos. Aventajó a Samuel, pero Vicente lo aventajó por la mínima diferencia de dos décimas de segundo. Allí se fue su última opción por lo cual quedó fuera de toda posibilidad al título y deberá prepararse en el Motorshow para tratar desbancar del subcampeonato a Vicente, quien también tiene sueños grandes de tratar de conseguir el título ya que se ubica a seis puntos de su primo Samuel, quien encabeza el ranking de pilotos.
Los frenos fueron ayer un problema para Luis Ignacio y hoy se agravaron al romperse los cáliper que lo dejó sin armas para continuar batallando con su Mitsubishi Mirage y solamente quedó la vía de abandonar lleno de rabia e impotencia, pero no se doblegará ante la adversidad y seguirá batallando con el auto, ya que ha dado pasos de avance, pero no como él quisiera, ya que gusta de estar en la conversación con los pilotos de vanguardia de la mundialista clase R-5.
Dos días negros vivió Tadeo, el menor de los Rosselot. La salida de ayer no dejó el auto en un alto nivel competitivo. Quedaron algunos inconvenientes de dirección y alineamiento que motivaron que el auto fuera muy difícil de conducir y al final una nueva salida con un choque con un montículo provocó la rotura del radiador que motivó su deserción ante la posible rotura de motor.
Una jornada feble, llena de problemas y con sueños rotos, pero uno de los verbos que conjuga el equipo Rosselot es batallar, trabajar sin pausa para conseguir sus metas y esta no será la ocasión para desfallecer.